viernes, 28 de agosto de 2015

El nido.

Hoy, sentada en mi casa leyendo he tenido la fortuna de avistar algo que me ha llamado la atención por su increíble belleza. Ante tal contemplación me he visto obligada a dejar de lado el libro, que ahora creo que debe andar abierto sobre el escritorio, y centrarme en dejar plasmada dicha imagen en palabras.

Hay frente a mi un curioso paisaje enmarcado en sus laterales por dos grandes pinos cuya enlazada ramificación hace de alfiletero para todas aquellas agujas verdes en su altura, a la vez que dan techo a tan fastuoso cuadro. Sus troncos son el marco perfecto llevando, si los recorremos en sentido contrario, a su crecimiento a un suelo marrón de agujas ya caídas en su combate contra el tiempo. En el centro de la imagen una gigantesca nave de ladrillo gris que con ayuda de la imaginación parece ser una bonita casa de campo con sus tejas rojas y todo. Con la ayuda de la imaginación, he dicho. Posee en realidad un techo grisáceo de acuerdo con sus muros, como si en su interior se rodara una película en blanco y negro y la emoción hubiere teñido las paredes. Nunca he sabido que hay dentro ni tampoco quiero ya que hoy puede ser un laboratorio secreto del gobierno, mañana el atrezzo de una obra de misterio y pasado la guarida de un malvado. Rodeada está dicha simple obra de ingeniería por altos y gloriosos árboles que parecen querer comérsela y tapada su fachada está por un enrejado de cañas. El color esmeralda y espesura de las mismas hacen creer que si te adentras en ellas te encontrarás nada menos que en una selva del amazonas plagada de bestias salvajes. Mientras tanto, las ventanas de la nave que he nombrado parecen atemorizadas ante la intrusión de la naturaleza y claudican al cielo propio del atardecer que me cubre en estos instantes. En el terreno que separa el marco inicialmente descrito con la maraña de cañas hay campos sin labrar que en primavera son un mar verde lleno de esplendor y que en cierta época del año se cubren también de amapolas, vistiéndose de ocasión. Ahora mismo tan solo unos matojos los ocupan, hiervas secas que aportan el color de la carne a estas tierras. Pero como ya he mencionado nos encontramos en un momento muy especial del día, quizás el más hermoso, aquél en el que el sol se oculta dejando paso a la luna. Debido a esta circunstancia ya no me encuentro ante tierras yermas sino ante un mar de oro que dentro de poco lo será de plata. Con sus olas llevadas por el viento y un perro aullando a lo lejos el campo se estremece de pasión afortunado tanto como yo de contemplar día tras día esta maravillosa escena.

Me recuerda siempre que lo veo a un cuadro nunca pintado, tal vez algún día consiga que alguien lo inmortalice. Hasta entonces he de conformarme con el recuerdo. Pese a todo no es un cuadro cualquiera pues fuera de éste hay por ejemplo, una casa cercana de paredes blancas y un gran y cuidado jardín en el que se alza una palmera. Siempre me ha recordado, no se por qué, a un cortijo andaluz. Pero no sólo la casa, fuera de este cuadro hay ríos, más campos, gente por conocer, lugares por visitar, nuevos cielos por descubrir y personas por amar. Fuera de aquí hay un mundo repleto de maravillas por conocer. Seguramente, hayas ido de viaje y en tu camino visto tal vez la elegancia del mar o la sobriedad de los rascacielos y ése aroma rancio que desprende la comida precalentada de mal restaurante. Habrás visto maravillas y conocerás, tal vez, un idioma nuevo. Te diré algo: no he visto nada de eso este verano aunque tal vez el siguiente me vaya para no volver y recorra el mundo descubriendo lugares que no ha conocido el hombre. Pero, te diré algo que debes recordar: por muy lejos que me vaya, por mucho dinero que me puedan mostrar, por todos los lujos que me puedan dar, aunque tenga geniales compañías con las que andar, nunca olvidaré este inigualable cuadro, con su casa destartalada, su mar de oro, sus pinos ya de plata. Nunca olvidaré el que siempre será mi dulce hogar, no lo olvides tú tampoco, pues aunque yo me vaya a la caída del sol y al oír los pájaros piar, tu seguro que también tienes un dulce cuadro que recordar.

CRISTINA GIMENO CALDERERO

lunes, 24 de agosto de 2015

La Leyenda del Trovador.

Torre del Trovador, Aljafería.

Hoy he tenido la fortuna de leer que el famosísimo Giuseppe Verdi se inspiró en la Torre del Trovador en el palacio de la Aljafería de Zaragoza para crear su obra Il trovatore. Siendo mi hogar he sentido de pronto un gran orgullo, pero de forma instantánea una ácida vocecita interior me ha susurrado con malicia que paso muy habitualmente de largo de la Aljafería alejando la historia a un rincón de mi mente fijándome en mis quehaceres. Como podrás deducir, el orgullo se ha evaporado tan rápido como se había insuflado en mi pecho, cosa en mi opinión habitual ya que es éste como Fortuna, voluble.

De aquesta manera me siento en la obligación de hablar de tan emocionante historia que no deja indiferente a nadie, ni si quiera al propio Verdi cuya ópera os dejaré abajo. Dicho todo esto, comencemos:

El protagonista de esta historia responde al nombre de Manrique de Lara criado fuera de su familia por una gitana pese a pertenecer a la nobleza zaragozana y trovador de profesión. Desempeñó su puesto en la Aljafería durante años quedando prendado de Leonor, una joven de la corte. Para desgracia del protagonista, no era el único pretendiente de dicha noble ya que seguía fielmente sus pasos Antonio Artal. Complicando la trama he de señalar que éste era hermano del protagonista pero ambos desconocían este hecho. Leonor ante ambos pretendientes escoge al trovador y Artal, haciendo uso de su poder, a causa de sus celos consiguió que la joven fuera encerrada en un convento dónde había de mantener el voto de castidad. Pero esta situación no duró mucho ya que Manrique la raptó y juntos comenzaron una nueva y feliz vida hasta que fueron localizados y el trovador encerrado en la torre, condenado a muerte. Tras estos trágicos acontecimientos y ante la muerte de su amado Leonor se suicida y Artal a través de la gitana se entera de que ha mandado asesinar a su propio hermano. Morirá posteriormente entre agonía y arrepentimiento sin que nadie pueda remediarlo.

Interior de la torre del Trovador.
Pese a que esta historia (en la que muere hasta el apuntador) es hermosa al igual que trágica no podemos adjetivarla como real pues es una tragedia creada por le dramaturgo Antonio García Gutiérrez que se estrenó en el año 1836 en el Teatro del Príncipe de Madrid recibiendo una excelente crítica. (Dejo un link abajo con la obra y un análisis de la misma.)

En definitiva, no deja de ser una leyenda producto de la imaginación del ser humano, como todo en el fondo, así que no tiene mayor sentido extender más este post que sin duda me ha encantado escribir. ¡Nos leemos!

Enlaces: 

"El trovador" de Antonio García Gutiérrez (pdf): http://www.biblioteca.org.ar/libros/131157.pdf

Análisis de "El trovador" realizado por la Real Academia Española (pdf): http://www.galaxiagutenberg.com/media/97436/p_ginas_desdetrovador_para_imprenta.pdf

Il trovatore completo, Verdi: https://www.youtube.com/watch?v=0pz5v_BLC4k

CRISTINA GIMENO CALDERERO

domingo, 9 de agosto de 2015

Noche estrellada.

Mi último post me ha traído buenos recuerdos, así que como me hacía ilusión he querido publicar el primer comentario de un cuadro que hice cuando tenía 11 o 12 años. Es pequeño y no de la mejor calidad pero de todas formas me agrada publicarlo.

La noche estrellada-Van Gogh 
 Me hace imaginar que la noche no es oscura ni representa oscuridad. Me meto dentro del cuadro y siento el viento en mi cara además de una inmensa felicidad. Veo un pueblo, pocas luces están encendidas. Todo el mundo duerme, los árboles se balancean con el viento, se ven montañas a lo
lejos. La noche estrellada sonríe al caminante, los vientos del oeste acarician su pelo. El velo de la noche me abraza con sus manos. Sigo mi camino en la noche estrellada y todo permanece en calma.

Un post cortito procedente de un bello recuerdo ¡Nos leemos!

CRISTINA GIMENO CALDERERO

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Tras el vaivén del telón.

Gran Teatro Guiñol - Laura Deitx

La vida es un corto drama de teatro improvisado. Siendo el guión papel quemado, y el resto de personajes algo imposible de manejar o predecir, nos vemos obligados a responder de forma rápida ante los acontecimientos que sobre el entablado se desarrollan. A veces el atrezzo es más elaborado, otras, es más pobre pero en todas lo hay al igual que los focos que algunas veces son brillantes y otras son oscuros, pero no lo podemos saber, claro. Ante nuestra tremenda incomprensión e ingenuidad nos preguntamos: ¿Quién es nuestro público? ¿Habrá alguien manejando los focos, moviendo el atrezzo, al resto de personajes o incluso a nosotros mismos? ¿Qué hay en la profundidad del decorado? ¿Qué hay más allá? Según algunos solo hay un montón de cajas y estanterías que por su afán de belleza permanecen empolvadas, según otros lo que hay es un paraíso en el que la decoración será perfecta y el público que parece inexistente durante la representación nos aplaudirá calurosamente. Sin embargo hay uno muy especial, uno que se dedica a escribir (vulgar tarea) sobre lo que le rodea y a colarse con sus libros cual ratero en el atrezzo de los demás, es un descarado lo sabemos pero por otro lado nos enamora como el que más. Consigue que veamos el atrezzo más hermoso siendo éste el mismo y a los personajes más cálidos siendo éstos no más que parte de un engaño, un conjunto de improvisaciones en que consiste, esta corta obra de teatro.

Hacía años que no realizaba un comentario a un cuadro, pero definitivamente lo haré más a menudo porque la experiencia me ha gustado. ¡Nos leemos!

CRISTINA GIMENO CALDERERO
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