lunes, 25 de mayo de 2015

Bailar con la suerte

Bailar con la suerte es una actividad tanto habitual como estimulante. Hay gente a la que le encanta porque supone un reto al riesgo, hay gente que lo evita porque se aleja de una realidad mucho más manejable y hay gente que lo asume porque sabe que no le queda opción pero en definitiva, nos guste más o nos guste menos, todos bailamos con la suerte.

Desde el apoderado cubierto por una capa áurea hasta el campesino cubierto por una capa mugrienta, bailan con la suerte. Todos los días y en cada lugar bailan con aquella que porta zapatos de cristal tan frágil como su designio, como tu destino. ¿Crees que ella baila a tu compás? No amigo, no. Eres tú el que intenta seguir sus dulces pasos, eres tú el que la llama y roga ante su ventana plateada, eres tú el que suplica que ella se digne a escucharte y prestarte una caricia, una oportunidad mientras bailas, bailas a su merced sin cesar.

Ella ya conoce el baile, lo practica con todos nosotros desde el comienzo de los tiempos y mientas aún, pobres ignorantes, queremos seguirle el juego. Alguno creerá que la domina, pues es pobre iluso que no demasiado tardará en caer y mientras ella gira y gira, disfruta aplicando con nosotros todo su saber. ¡Ay si la pisas! ¡Ay si pierdes el control! Recuerda que ella te ha robado el corazón.

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